Luis E. Orellana
INTRODUCCION
Si, despojándonos de
eufemismos, hacemos un análisis objetivo de nuestra ciudad, podemos concluir
fácilmente que en ella -como en todas las otras ciudades ecuatorianas- la
calidad de vida es cada vez peor para el ciudadano común. Inclusive los
enclaves habitacionales y económicos construidos por segmentos poblacionales
tenedores de riqueza, son amenazados por un entorno cuya explosividad social
crece día a dia y se manifiesta: en las actividades delincuenciales de todo
orden alcanzando niveles sin precedentes; en el desmoronamiento de sus
instituciones atrapadas entre la corrupción y la ineficacia; en el desconcierto,
la falta de fe, la frustración; y, en la consolidación de una moralidad de
supervivencia entre sus pobladores. Todo esto, a pesar del indudable avance
logrado por nuestra ciudad en el plano de la infraestructura urbana merced a la
obra municipal sin parangón en su historia, realizada en estos últimos años.
Por qué existe esta incongruencia?
Los guayaquileños por
lo menos en alguna ocasión hemos intentado explicar todas las manifestaciones
del subdesarrollo de la ciudad como efecto directo de una institucionalidad
política nacional que consolida una relación de explotación del centro
capitalino frente a la periferia. Podríamos decir que ésta sería una especie de
"dependencia" que explicaría el desarrollo o el subdesarrollo por las
acciones de una fuente externa.
El poder central
siempre ha contraatacado tal enfoque basando el atraso de la periferia, en
especial el de nuestra ciudad, en la incompetencia y la corrupción de sus
liderazgos políticos.
Los dos enfoques
además de insuficientes para explicar la realidad, nos impulsan a una actitud
que con mayor o menor fuerza siempre dará lugar a una escisión regional
peligrosa a todas luces para una unidad nacional.
En el plano
ideológico partidista, los sectores de "izquierda" fundamentan el
atraso de esta sociedad, como la de cualquier otra, en las desigualdades
propias de la distribución inequitativa de una riqueza que para ellos está ahi
lista para ser repartida, aun cuando muchos de sus dirigentes ya han accedido
al tan anhelado reparto. Los sectores de "derecha" ven en la
intervención estatal hipertrofiada la fuente de los males sociales, y sin
embargo luchan denodadamente por la conquista de un poder estatal que ya siendo
gobierno tratan de incrementar, y entre otros arbitrios estimulan el crecimiento
de los asentamientos populares y su posicionamiento electoral merced a todo
tipo de acciones y ofertas masificadoras.
La explicación
ideológica y el partidismo político nos impulsan a optar frente a una
disyuntiva que hace ya mucho rato hizo crisis, se encuentra inserta en las
amarillentas páginas del pasado y solamente se mantiene viva por la retórica de
los discursos que oculta la inautenticidad de las actitudes vitales.
¿Cual podría ser,
pues, una explicación objetiva, frente al hecho cierto e indiscutido de que
nuestra comunidad no es una comunidad "para vivir" y que en su
pendiente degenerativa lo será mucho menos para que "vivan" nuestros
descendientes?
Un enfoque que
privilegia el factor cultural explicaría la situación no por algo que ocurre en
las instituciones políticas o económicas sino por algo que ocurre en la
mentalidad de las personas, ya que al fin y al cabo las referidas instituciones
son la resultante interactiva de un sistema de creencias vigente en la mente de
los miembros y dirigentes de una comunidad.
En el contexto de
este último enfoque, la
Fundación Guayaquil patrocinó una investigación que
permitiera examinar cuál es el sistema de creencias en nuestra ciudad, o dicho
de otro modo, cuál es el carácter social de la comunidad o cómo piensa el
habitante común, a fin de encontrar los aspectos relevantes y a partir de ellos
diseñar a posteriori, una estrategia de
acción que pudiere promover el cambio del sistema vigente hacia uno que
estimule el progreso individual y social de los habitantes de esta ciudad.
El presente documento
constituye el resultado de dicha investigación. DESCARGAR
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